"He vagado persiguiendo voces que me atraían, pero que no me llevaron a ninguna parte ¡Déjame ahora que me siente tranquila a escuchar tus palabras en el corazón de mi silencio"

A ti Mamá...

Fueron necesarios dos milagros para que yo existiera. Uno, el maravilloso momento en el que la vida surge de la nada: un óvulo, un espermatozoide y el Amor de Dios con su toque de Magia.
El segundo milagro fue en el nacimiento cuando tu fe, tu fortaleza, por tu hermoso ser, me diste la oportunidad de llegar a este mundo y experimentar, por un segundo, la débil separación entre la vida y la muerte. ¡Vivir no es cuestión de suerte!
Todo aquello quedó grabado en tu corazón y en el mío, y el deseo de Dios se hizo presente con las caricias, el don de respirar y de grabar sobre piedra que tengo un espacio en el mundo, ¡Que soy amada y bien recibida!. Escuchar con dulzura al oído: "¡Que linda! ¡Eres una hermosa niña!"
Esos milagros me abrieron el camino a este mundo y a ti, por añadidura, la vida para ser Madre te condujo. Arriesgaste tu existencia por la mía y sólo me pediste a cambio una sonrisa. Pasabas las noches en vela cuidando mi respiración, cantándome una canción para que en la mañana yo sólo te pidiera la Bendición.
Me arropabas cada noche diciendo conmigo las oraciones y que los angelitos velaran mis sueños, aquéllos que empezaban después de tus besos. Con el sonido de tu máquina de coser acunaste mi futuro y, aunque te fuiste rapidito de este mundo, fue suficiente para transmitirme que los sueños se hacen realidad cuando se ama de verdad. ¡Sé que estás conmigo! ¡Sé que aquí estás! Claro, de una manera particular, invisible a los ojos pero con el corazón te puedo palpar. Hoy te escribo, no por depresión, no por tristeza. ¡No! Hoy te escribo por halago, por amor, por un gesto de conciencia. Hoy te escribo por agradecimiento, por cercanía, por tu inmensa nobleza. Hoy quiero acostarme una vez más sobre tus piernas, apoyar allí mi cabeza y susurrarte, con una rosa en la mano, ¡Gracias Mamá por existir! ¡Gracias Mamá, me siento orgullosa de ti! Gracias porque desde el cielo has seguido poniendo angelitos en mi camino y sigues haciéndome feliz...

Plenitud...

Pierdo mi mirada en el infinito en medio de la noche,
cuando el silencio me permite escuchar la naturaleza,
cuando el palpitar de mi corazón susurra el silencio,
buscando en mi interior todo lo que puede salir a flote.
Y buscando en el mar de lo que es mi verdadero espacio,
puedo nadar en las profundidades de mis sueños,
puedo nadar en las fronteras de lo absurdo e inconcluso
Abrí los ojos, vi la luz de afuera reflejada en una solitaria estrella;
Era tenue su luz, pero al fin luz era… y soñé!
Soñé con ser partícipe de ella… y lloré!
Lloré hasta mi vista nublar… pero aquellas lágrimas todo lo borraron
Y vi en mi corazón un rayito de luz con el que mis temores se disiparon…
Sé que vivo en la Abundancia desde entonces,
No porque haya opulencia, sino porque hay amores,
No porque haya derroche, sino porque hay plenitud,
Porque hay serenidad, libertad y quietud…

Abundancia! El Placer de lo placentero

De repente, ví hacia los lados, y una llanura extensa me rodeaba,
la búsqueda de mi vida apenas ha comenzado.
Una llanura que va más allá de lo geográfico,
fronteras que no son físicas, vi una pradera de oportunidades...
y descubrí en ese momento lo que es el placer,
un helado en una plaza o la suavidad de mi sábana,
una sonrisa de un bebé o la brisa suave antes de llover,
una llamada inesperada o los recuerdos que no pasan,
el autobus que no alcancé por el beso que no quise perder,
un abrazo que me levantó o el silencio que grita por amor,
la serenidad de la arena en la playa o el olor del pino de la montaña...
Descubrí el placer de vivir al saber respirar
o en el momento de gritar,
tanto si tengo hambre o no,
o cuando siento el cariño de mis perros.
He descubierto que el placer está en lo pequeño,
en lo sabroso de una parrilla y unos tequeños,
por supuesto en la compañía de otros guerreros.
Sí!!! de esos buenos "amigos-guerreros" que luchan conmigo,
que conocen bien de los andares de la vida,
que saben de los secretos de la mía...
He descubierto el placer de un semáforo en rojo
es el tiempo necesario para no sucumbir a los enojos,
y el placer del semáforo verde
que con nuevas energías me dice: "Aquí no te detienes"
Es el placer de un mundo trivial
casi desaparecido ante lo superficial,
nunca será nada parecido porque es lo esencial,
lo que es sencillo y evidente ante los ojos,
lo profundo y lo innegable, lo maravilloso y lo tierno,
simplemente... el placer de lo placentero!

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